sábado, 17 de julio de 2010

Fiction in mind

Javier llegó tarde a la presentación en la que todos lo esperaban. Vestía una campera oscura que imitaba el cuero, unos anteojos de sol negro, un jean y zapatillas gastadas. Se había olvidado su guitarra y lucía perdido.
Mientras los demás músicos tocaban y se tranquilizaban por su llegada, él se sentó en el pasto con el resto de la gente. Comenzó a preparar con delicadeza lo que sería la esencia de su show: sacó de un bolso una docena de vasos, bombillas y dos frascos de condimentos rellenos con detergente. Armó algunos burbujeros y los repartió entre el público que no superaba las treinta personas.Javier sin necesidad de mostrar una sonrisa, se veía feliz parado delante de una multitud a la que ya parecía estar acostumbrado. Se enredaba en sus propias palabras al intentar describir el universo y, con pasión, volvía a comenzar su monologo desde el principio. Miraba a un punto fijo en el infinito y no le perdía la vista.
Cuando cantaba parecía disfrutarlo. Sin ningún micrófono y bajo el murmullo cada vez más fuerte de la gente, él elevaba su voz cada más alto e interpretaba las canciones con mayor fuerza que la que le permitía su garganta. Movía la cabeza al compás de la música, y su brazo para raspar una guitarra prestada, mientras que el resto de su cuerpo permanecía inmóvil. Detrás de Javier, las burbujas decoraban el lugar.


flickr.-